Empatía, amor y respeto

La sesión de hoy fue innovadora en cuanto a dinámicas, emotiva y reflexiva para todos/as y cada uno/a de nosotros/as. Para comenzar con esta 6ª sesión empezamos como todas las mañanas pasándonos la energía pero en versión renovada…

“Pasa la energía 2.0”

Esta vez nos pasamos la energía pero con nuevas consignas. Primero estaba “hía” con la que nos pasábamos la energía hacia la izquierda y para cambiar de dirección decíamos “hondo” agachándonos un poco. Después estaba “gafis” que, haciendo con las manos forma de gafas al tiempo que decías la palabra, saltabas a un compañero. Luego se introdujo “fishhh” que lo decíamos mirando fijamente al compañero y tenía que decirse tres turnos seguidos.

Las tres últimas consignas fueron los con los que más nos reímos. Por un lado, “Frisbee”, quien lo decía tenía que simular que tiraba un frisbee tres veces y, en cada una de las veces, los demás lo seguíamos con la mirada haciendo “oohhh”. Luego se introdujo “bonsai” acompañado del gesto de cerrar y abrir las manos. La persona que comienza este comando, mira a la de su derecha para que ésta diga una palabra y así sucesivamente hasta que, entre todos y todas, formamos una frase con sentido. Finalmente “mondongo” que, añadiendo un símil, como por ejemplo “mondongo como canguro”, nos hacía cambiar de sitio en el círculo interpretando el elemento añadido, en este caso, un canguro.

“Caminando por distintas superficies”



Todos/as caminábamos en silencio por toda la clase como si no hubiese nadie. Cuando el profesor tocaba la cabeza de alguna/o de nuestras/os compañeras/os, la persona indicada tenía que decir sobre qué tipo de superficie caminábamos para después hacer la mímica, como si la superficie fuese real. Algunos de los terrenos que se dijeron fueron: aceite, barro, brasas y piedras.
“Banco de peces”



Seguíamos caminando en silencio por la clase pero esta vez, siguiendo a nuestro/a pez guía. Primero fue Carles y, conforme tocaba la cabeza de alguno/a de nuestros compañeros/as, designaba al nuevo/a pez guía. Una vez practicada esta dinámica, nos dijo que, ahora, debíamos ser nosotros/as quienes cogiésemos el mando y nos autodesignaramos peces guía para que el resto nos siguiera. Empezó siendo Vanessa, luego Blanca y, finalmente, terminó siendo Amparo.

“Abrazo doy, que abrazo quiero”



Nos pusimos en parejas, una persona frente a otra, formando así dos hileras. La dinámica consistía en que, primero, una de las hileras en este caso la derecha, se acercaba la hilera izquierda buscando la mirada de su pareja esperando la aprobación para darle un abrazo. Si la pareja daba alguna señal de consentimiento, la persona se acercaba y le daba un abrazo, sin que la persona abrazada pudiese responder, quedando completamente estática. Si la persona que iba a ser abrazada no daba señal de aprobación, la persona de la hilera que se había acercado debía regresar a su sitio. Una vez terminados los abrazos de la hilera izquierda, y ya cada una en su sitio, le tocaba acercarse a la hilera de la derecha y realizar el mismo ritual. Una vez finalizada la “danza del abrazo”, todos/as avanzan hasta la mitad del camino y se abrazan mutuamente. 

Con esta actividad se produjeron sentimientos de intimidad y cariño, al principio fue difícil porque exige "desnudarse" frente a una persona con la que quizá ni siquiera habías entablado una conversación previa, pero al finalizarla, el ambiente era muy cálido.


“El teatro del oprimido de la vida real”



Empezamos todos en silencio pensando alguna situación en la que hayamos podido vivenciar una opresión, ya sea como propios protagonistas de la historia o, como meros espectadores.

Primero nos reunimos en parejas y ponemos en común la situación que escogimos, de ahí se elige una. Luego decidimos con otros dos más, si escogemos la nuestra (ya escogida) o la de ellos/as y repetimos esta misma dinámica con otros/as cuatro compañeros/as más.
Una vez el grupo de 8 personas tiene la situación de opresión escogida, debe de intentar representar mediante una sola imagen lo que sucedió 5 minutos antes de la situación de opresión, el momento de opresión y 5 minutos después de la situación de opresión. Todo esto, sería dirigido por la persona dueña de la historia escogida.

Se representan las tres imágenes, pero se vuelve a la imagen de la opresión para que los espectadores puedan analizarla e intentar entender y adivinar de qué trata la historia representada. Poco a poco y con ayuda de ciertas claves que daba la directora, fueron entendiendo que fue lo que sucedió y, al igual que en sesiones anteriores con las dinámicas de las “esculturas vivientes”, los actores y actrices decían lo que sentía y pensaba su personaje. Luego, se añadieron del público dos personajes importantes, el ángel y el demonio. Para el ángel su misión era eliminar mediante consejos la situación de opresión y para el demonio, mantenerla. Cada uno de los personajes tuvo un ángel y un demonio. Y finalmente, del público salían voluntarios/as que intentaban modificar las esculturas para erradicar la situación de opresión.

Con esta dinámica se visibilizan situaciones reales de opresión y se reflexiona acerca de ellas para, primero, ser conscientes de su existencia y, más tarde, tratar de ponerles solución.

Experiencia personal de Juliana:

En esta última dinámica se representó mi historia. No fue fácil verme desde fuera, ni tampoco darme cuenta que no lo había superado. Hay muchas forma de oprimir, y creo que una de las más agresivas es el silencio, la indiferencia, el miedo de ayudar por ser atacado, o la aceptación de la opresión a otro por mera ignorancia. Hoy fui espectadora de mi propia historia y quizá lo más difícil no era ver quién era el que me atacaba, o el porqué de ese ataque lleno de odio, ignorancia, incoherencia, miedo, envidia y todo aquello que tiene en sí el ser racista, sino ver como estaba sola, con todos presenciando la situación y no decían nada, ni se acercaron, ni consolaron mi llanto. Quizá una de las partes más difíciles de las situaciones de opresión, es el después. Porque quién es oprimido, es abandonado, es degradado, es humillado; quien oprime de forma directa tiene tantas razones para hacerlo, que ninguna tiene sentido, es incoherente y se basa en el miedo; pero quien lo ve y no dice nada es el opresor mayor, porque no hay humillación más grande que la indiferencia ante una situación de injusticia.

El teatro de la oprimida, toda una terapia de choque, donde agradezco a todxs mis compañerxs su apoyo, su empatía y el gran respeto que mostraron. Gracias…


Amparo Santiago, Desirée Santaya y Juliana Martínez

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